Esta expresión se usa para designar aquella situación en la que
se trata de equilibrar la economía doméstica prescindiendo únicamente de
los gastos pequeños, sin entrar en la realidad del problema, o cuando para solucionar una situación ruinosa, se decide ahorrar en una
partida cuyo gasto es mínimo.
Origen de la expresión:
En el siglo XVII, la forma más extendida de agasajar a los invitados
era ofrecerles una taza de chocolate con rebanadas de pan. Y durante el
siglo XVIII se convirtió en la bebida nacional a pesar de su precio,
por lo que sólo podían derrocharlo los que habían hecho las Américas y
gozaban de buena posición económica. Estos indianos solían tener un loro en casa como recuerdo de su
antigua vida americana, y le ponían en la jaula algo de chocolate de
baja calidad para que lo picoteara.
Cuando alguna familia adinerada iba a menos, trataba de ocultar el declive económico guardando las apariencias, y lo más aparente era seguir consumiendo chocolate y seguir ofreciéndolo a los invitados; pero suprimían la ración del loro, lo que suponía un ahorro mínimo que no paliaba la situación.